Contigo sonreía. No pensaba en el día de mañana por simplemente tenerte el día de hoy. Pensaba que tenía el mundo en mis manos por tú decirme: "Eres la dueña de mi corazón". Que mal estuve. Que mal estuve al dejar a mis amigas por ti: un imbécil que solo supo jugar con mi frágil corazón.
Y así, sin más, no supiste aprovechar lo que tenías. Yo si te amé, aunque tú nunca lo hayas hecho. Y con una simple despedida me dejaste destruida, con la sonrisa rota.